¿Inglés Para Septiembre?

Hi there!

Os planteo hoy una reflexión, a ver si entre todos aclaramos, de una vez, por qué nos cuesta tanto a los españoles ser competentes en el idioma de Shakespeare.

Según datos del último barómetro Cambridge Monitor, realizado por Cambridge University Press, el 44% de los españoles reconoce tener un nivel de inglés “bajo” o “muy bajo”. Esto quiere decir que nuestro país se sitúa a la cola (concretamente en última posición) de todos los países de la Unión Europea que participan en el sondeo. Nos puntuamos a nosotros mismos con un 2,67 sobre 5 puntos. La media europea está localizada en el 2,88 y tan sólo un 22% de los ciudadanos españoles piensa que tiene un nivel “alto” o “muy alto”.

Fuente: Cambridge Monitor

Para Julio Redondas, director de comunicación de Cambridge University Press, el mayor reto al que se enfrentan los españoles es la “vergüenza” a la hora de expresarnos en inglés puesto que, según sus palabras, “sabemos más inglés del que creemos, pero no confiamos en nuestra capacidad para hablarlo o escribirlo” (Fuente: El Mundo).

Si ahora mismo todos hiciéramos un viaje en el tiempo y volviéramos a nuestra etapa en el colegio e instituto, comprobando todos los pasos que dimos en nuestro aprendizaje y la forma en que nos enseñaron inglés, seguramente tardaríamos poco en darnos cuenta de dónde estuvo realmente el problema. Uno de los grandes fracasos de nuestro sistema educativo, ya no solo en el área de lenguas extranjeras, sino de forma general, ha sido y es hoy en día la desconexión total entre educando y aprendizaje. Es decir, durante décadas, la forma en que nos han enseñado ha estado centrada en la repetición y los exámenes memorísticos, dejando de lado aspectos tan importantes como la motivación. En el caso de las lenguas extranjeras, concretamente el inglés, esto se ha traducido en un contacto inexistente con el idioma real, el del día a día, el de la calle, el oral, el idioma como lengua materna.

¿Por qué aprender inglés tendría que ser distinto de aprender español? ¿Quién pensó en su día, cuando se formalizó el programa de aprendizaje de inglés, que para aprender había que empezar la casa por el tejado? Cuando la pregunta clave, la única, que deberían haberse formulado era la siguiente: ¿cómo se aprende una lengua materna? Y a partir de ahí, plantearse los programas formativos para los docentes que tendrían que enseñar inglés a los alumnos. Bajo mi punto de vista, este es el principal lastre que hemos ido arrastrando todas las generaciones de estudiantes desde que se introdujo el inglés en los planes de estudios de este país. ¿El resultado? Generaciones de alumnos frustrados que, con un poco de suerte, aprobaban “por los pelos” y, en el peor de los casos, llevaban inglés para septiembre e iban encadenando año tras año los exámenes de recuperación. De una forma o de otra, alumnos que terminaban la etapa de enseñanza obligatoria con la impresión de que el inglés, simplemente, “se les daba mal”.

Como una especie de “tabla de salvación”, estaban aquellos que podían viajar al extranjero o realizar algún intercambio y entonces descubrían que el inglés no era eso tan aburrido que estudiaban en clase, sino que era un instrumento más de comunicación y que, además, era importante hablarlo en este mundo cada vez más global que estábamos construyendo. Más tarde, en la universidad, aparecían ante nuestros ojos las becas Erasmus y entonces era el momento de dar el salto y vivir en primera persona la experiencia de inmersión lingüística y cultural que supone convivir en otro país con gente nativa. En ese momento, podían pasar dos cosas: o te dabas cuenta de que realmente te expresabas bien, te entendían y entendías prácticamente todo lo que te decían (quizá el 1% de los casos), o bien, te dabas de bruces con la realidad y no te quedaba más que reconocer que en todos los años de enseñanza obligatoria no habías aprendido NADA.

Por suerte para las actuales generaciones que inician su etapa escolar, cada vez más la neurociencia y sus aplicaciones en la educación van ganando fuerza y van sentando las bases de lo que será el modelo educativo en un futuro no muy lejano. Por fin va calando en la sociedad (aunque poco a poco), la idea de que el conocimiento no se consigue al memorizar, ni al repetir, sino al hacer, al experimentar y, sobre todo, al emocionarnos. Si somos capaces de integrar estos principios en la metodología educativa, conseguiremos el objetivo: el aprendizaje significativo.

Descubre “The English Motivation”

Pero no creas que por haber llegado hasta aquí sin esa metodología desde la infancia, ahora es demasiado tarde. ¿Que nuestros hijos y nietos lo tendrán más fácil que nosotros? Sí, por supuesto. Pero creo firmemente en que cualquier persona puede aprender inglés si es capaz de encontrar un sistema que se adapte totalmente a sus necesidades. Simplemente hay que saber encontrar ese click que se llama motivación y tirar de ahí para que, sin darnos cuenta, aprendamos disfrutando.

Si quieres saber más sobre mi método de aprendizaje 100% tailor-made, no dudes en contactar conmigo. Te espero al otro lado 😉

Muchas gracias por estar ahí,

2 comentarios en “¿Inglés Para Septiembre?

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